El Concurso Nacional de Vinos y Espirituosas Guarda 14 celebró una nueva edición marcada por la calidad, la diversidad y la madurez que alcanzó la vitivinicultura argentina. Bajo la dirección técnica de la Ing. Agr. Cristina Pandolfi y siguiendo las normas de la OIV, el certamen una vez más evidenció el enorme nivel de productores, estilos y terroirs que conviven en el país.

Pero si hay algo que este tipo de concursos recuerda —tanto a profesionales como a consumidores— es que la experiencia del vino no termina en la botella: continúa, se potencia y se completa en la copa.


La copa como herramienta sensorial

 

En instancias de cata como Guarda14, en las que se evalúan más de cien muestras de distintos orígenes, la cristalería se convierte en una herramienta técnica fundamental. Una copa bien diseñada es un instrumento de precisión que permite percibir con fidelidad la intensidad aromática, la pureza del color y la textura del vino en boca.

La forma del cáliz, la transparencia del cristal, el espesor del borde y la manera en que canaliza los aromas tienen impacto directo en la evaluación. Una copa neutra, ligera y de alta calidad permite que cada vino se exprese sin interferencias.

 

Por qué la cristalería importa más de lo que parece

 

Las diferencias entre copas puede ser tan grande como la diferencia entre dos añadas. El cristal fino realza los matices aromáticos y respeta la temperatura. La forma adecuada concentra o abre según lo que cada cepa necesita; por ejemplo, un Malbec de altura como los destacados Atamisque Malbec 2022 o Gran Sombrero Malbec 2024 encuentra en una copa amplia el espacio ideal para desplegar su intensidad.

En blancos y espumantes, la precisión del cristal permite descubrir acidez, mineralidad y sutilezas como las del Regina Bianca Chardonnay 2023, Mi Terruño Reserve Chardonnay 2023 o los espumantes de Cruzat, premiados por su fineza y carácter.

 

La importancia del marco correcto para vinos destacados

 

Este año, bodegas como Huentala Wines, Atamisque, Mi Terruño, Altieri Wines Vinorum y La Riojana fueron algunas de las más reconocidas, acumulando varias medallas Gran Oro y Oro. Sus vinos —desde los Cabernet Franc y Chardonnay de Gualtallary hasta Torrontés riojanos de notable tipicidad— requieren una cristalería que acompañe la complejidad y pureza con la que fueron creados.

 

La copa correcta no solo permite evaluar de manera justa en un concurso: también eleva la experiencia del consumidor final, que puede percibir cada nota con la intención original del enólogo.

 


Una experiencia que trasciende el certamen

 

Eventos como Guarda 14 ponen en valor el trabajo de las bodegas, pero también recuerdan la importancia de cada detalle que interviene en la degustación. En un país donde la enología avanza con enorme dinamismo y donde los consumidores son cada vez más exigentes, la cristalería se vuelve un puente entre el vino y el disfrute auténtico.

 

Porque un gran vino necesita una gran copa. Y cuando ambos se encuentran, la experiencia se convierte en memoria.